Es importante analizar el uso que hacen las empresas de la depreciación, que puede representar una parte importante de los gastos en la cuenta de resultados de una empresa, y que puede afectar al valor de una oportunidad de inversión a corto plazo. Aunque existen normas que regulan el gasto de la depreciación, hay mucho margen de maniobra para que la dirección tome decisiones contables creativas que pueden engañar a los inversores. Merece la pena examinar de cerca la depreciación.
Las empresas tienden a esforzarse para asegurarse de que sus fundamentos sean buenos para los inversores y los analistas. Por ello, es esencial ejercer el buen juicio al examinar las cifras que aparecen en los estados financieros. No basta con saber si una empresa tiene, por ejemplo, unos beneficios por acción (BPA) muy atractivos o un valor contable bajo. Los inversores deben ser conscientes de los supuestos y métodos contables que producen esas cifras.
Qué es la depreciación?
La depreciación es un proceso contable por el que una empresa asigna el coste de un activo a lo largo de su vida útil. En otras palabras, registra cómo disminuye el valor de un activo a lo largo del tiempo. Cada vez que una empresa prepara sus estados financieros, registra un gasto de depreciación para asignar una parte del coste de los edificios, máquinas o equipos que ha comprado al ejercicio fiscal en curso. El objetivo de registrar la depreciación como un gasto es repartir el precio inicial del activo a lo largo de su vida útil. En el caso de los activos intangibles -como las marcas y la propiedad intelectual- este proceso de asignación de costes a lo largo del tiempo se denomina amortización. En el caso de los recursos naturales -como los minerales, la madera y las reservas de petróleo- se denomina agotamiento.
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Depreciación
Supuestos
La dirección de la empresa es la que tiene que hacer los cálculos de la depreciación. La dirección de la empresa hace las siguientes estimaciones
- Método y tasa de depreciación
- La vida útil del activo
- Valor de chatarra del activo
Opciones de cálculo
En función de sus preferencias, las empresas son libres de elegir entre varios métodos para calcular el gasto de depreciación. Para simplificar las cosas, resumiremos sólo los dos métodos más comunes:
- Método lineal – Se toma un valor estimado de chatarra del activo al final de su vida útil y se resta de su coste original. Este resultado se divide por la estimación de la dirección sobre el número de años útiles del activo. La empresa gasta la misma cantidad de amortización cada año. Esta es la fórmula del método lineal: Amortización lineal = (costes originales de un activo – valor de desecho)/vida útil estimada del activo
- Métodos acelerados – Estos métodos amortizan los costes de depreciación más rápidamente que el método lineal. En general, el objetivo es minimizar la renta imponible. Un método popular es el „doble depreciación decreciente”, que esencialmente duplica la tasa de depreciación del método lineal: Doble depreciación decreciente = 2 x (costes originales de un activo – valor de desecho / vida útil estimada del activo)
El impacto de las opciones de cálculo
Como inversor, hay que saber cómo afecta la elección del método de depreciación a la cuenta de resultados y al balance a corto plazo.
He aquí un ejemplo. Supongamos que la empresa Tricky ha adquirido un nuevo sistema informático por 2 millones de dólares. Tricky estima que el sistema tiene un valor de chatarra de 500.000 dólares y que durará 15 años. Según el método de depreciación lineal, el cálculo de los gastos de depreciación de Tricky's en el primer año tras la compra del sistema informático es el siguiente:
15($2,000,000−$500,000)=$100,000
De acuerdo con la depreciación acelerada y decreciente, el gasto de depreciación de Tricky en el primer año después de la compra del sistema informático sería este:
2×Tasa de la línea recta2×Tasa de la línea recta=2×(15($2,000,000-$500,000))=$200,000
Así, los números muestran que si Tricky utiliza el método lineal, los costes de depreciación en la cuenta de resultados serán significativamente menores en los primeros años de vida del activo (100.000 dólares en lugar de los 200.000 dólares que arroja el plan de depreciación acelerada).
Esto significa que hay un impacto en las ganancias. Si Tricky quiere reducir costes y aumentar los beneficios por acción, elegirá el método lineal, que aumentará sus resultados.
Muchos inversores creen que el valor contable, o el valor neto de los activos (NAV), ofrece una métrica de valoración relativamente precisa e imparcial. Pero, de nuevo, tenga cuidado. La elección del método de depreciación por parte de la dirección también puede influir significativamente en el valor contable: determinar el patrimonio neto de Tricky significa deducir todos los pasivos externos del balance del total de activos, después de contabilizar la depreciación. Como el valor de los activos netos no se reduce tan rápidamente, la depreciación lineal da a Tricky un valor contable mayor que el que daría una tasa más rápida.
El impacto de los supuestos
Tricky eligió una vida útil sorprendentemente larga para su sistema informático: 15 años. La tecnología de la información suele quedar obsoleta con bastante rapidez, por lo que la mayoría de las empresas deprecian la tecnología de la información en un período más corto, por ejemplo, de cinco a ocho años.
Luego está la cuestión del valor de la chatarra que eligió Tricky. Es difícil confiar en que un sistema usado de cinco años alcance una cuarta parte de su valor original. Pero quizás podamos ver la razón de la decisión de Tricky's: Cuanto más larga sea la vida útil de un activo y mayor sea su valor de desecho, menor será su depreciación a lo largo de su vida. Y una menor depreciación aumenta los beneficios declarados e impulsa el valor contable. Los supuestos de Tricky's, aunque cuestionables, mejorarán la apariencia de sus fundamentos.
El resultado final
Una mirada más atenta a la depreciación debería recordar a los inversores que las mejoras en los beneficios por acción y el valor contable pueden, en algunos casos, ser el resultado de poco más que trazos de la pluma. Los beneficios y el valor de los activos netos que se incrementan gracias a la elección de las hipótesis de depreciación no tienen nada que ver con la mejora de los resultados empresariales y, a su vez, no indican unos fundamentos sólidos a largo plazo.
Fuentes del artículo
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