Huida hacia la liquidez

¿Qué es la huida hacia la liquidez??

La huida hacia la liquidez se produce cuando los inversores intentan liquidar posiciones en activos inactivos o ilíquidos y compran posiciones en activos más líquidos.

Puntos clave

  • La huida hacia la liquidez se produce cuando los inversores intentan liquidar posiciones en activos inactivos o ilíquidos y compran posiciones en activos más líquidos.
  • La huida hacia la liquidez suele producirse en momentos de incertidumbre económica o de mercado. 
  • A medida que los inversores se preocupan por la posibilidad de que los mercados bajen, buscan posiciones en valores más líquidos para aumentar su capacidad de vender sus posiciones rápidamente.
  • Los vuelos a la liquidez son comunes y pueden ocurrir en el día a día a menor escala.

Cómo entender las huidas hacia la liquidez

La huida hacia la liquidez suele producirse en momentos de incertidumbre económica o de mercado. A medida que los inversores se preocupan más por la posibilidad de que los mercados bajen, buscan posiciones en valores más líquidos para aumentar su capacidad de vender sus posiciones en un momento dado. Este desplazamiento de los activos se denomina huida hacia la liquidez.

A medida que se desarrolla este patrón de liquidación, los inversores consideran cada vez más que los activos ilíquidos son inciertos o arriesgados, lo que disminuye aún más el valor implícito de estos activos. La reducción de la demanda empuja los precios de los activos a la baja, lo que crea un bucle de retroalimentación positiva en el que los inversores que tratan de deshacerse de un valor o una inversión por temor a la liquidez se encuentran con una inversión cada vez más ilíquida.

Las huidas hacia la liquidez son muy comunes y pueden producirse a diario y a menor escala. En general, una huida hacia la liquidez es el resultado de algún tipo de acontecimiento inesperado. Las personas reaccionan a la defensiva o con temor ante este acontecimiento y responden liquidando activos y atesorando efectivo o equivalentes de efectivo, como los bonos del Tesoro a corto plazo.

Este comportamiento, si está suficientemente extendido, crea una profecía autocumplida en términos de preocupaciones económicas. El hecho de que haya demasiados vendedores de activos y pocos compradores hace que bajen los precios de los activos, lo que puede tener un impacto negativo en las perspectivas económicas y el sentimiento. El gasto de los consumidores y de los productores disminuye, ralentizando la economía y justificando aún más el pesimismo.

En este escenario, los inversores adoptan una perspectiva general bajista, por lo que prefieren vender activos y mantener más efectivo a la espera de que los precios de los activos bajen en un futuro próximo. Los promotores y empresarios suelen aplazar los nuevos proyectos de inversión hasta que pase la tormenta.

Refugios durante una huida hacia la liquidez

El mercado de valores es un ejemplo de mercado líquido por su gran número de compradores y vendedores. Dado que las acciones pueden venderse fácilmente a través de los canales digitales a demanda y a precios de mercado, los valores de renta variable se consideran activos líquidos en las condiciones adecuadas.

Los elevados volúmenes de negociación permiten que algunos títulos de renta variable se conviertan rápidamente en efectivo. Este es el caso, sobre todo, de los valores con una elevada capitalización bursátil y un gran volumen de acciones. Esto es lo que hace que las acciones sean un objetivo atractivo durante una huida hacia la liquidez.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que algunos inversores pueden considerar que los valores de renta variable son demasiado arriesgados durante una fuerte huida hacia la liquidez, ya que conllevan más riesgo a corto plazo que muchas otras inversiones líquidas.

Los equivalentes de efectivo son otras inversiones que los inversores buscan durante la huida hacia la liquidez. Los equivalentes de efectivo son inversiones que pueden convertirse fácilmente en efectivo y pueden incluir cuentas bancarias, valores negociables, bonos corporativos, letras del Tesoro y bonos gubernamentales a corto plazo con una fecha de vencimiento de tres meses o menos. Son líquidos y no están sujetos a fluctuaciones importantes de valor.

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