Definición del problema del free rider

Qué es el problema del free rider?

El problema del „free rider” es la carga que supone para un recurso compartido su uso o sobreuso por parte de personas que no pagan su parte justa por él o que no pagan nada en absoluto.

El problema del free rider puede darse en cualquier comunidad, grande o pequeña. En una zona urbana, el ayuntamiento puede debatir si obligar a los habitantes de las afueras a contribuir al mantenimiento de sus carreteras y aceras o a la protección de sus servicios de policía y bomberos, y cómo hacerlo. Una radio o emisora pública dedica tiempo de emisión a la recaudación de fondos con la esperanza de conseguir donaciones de los oyentes que no contribuyen.

Puntos clave

  • El parasitismo se considera un fallo del sistema convencional de libre mercado.
  • El problema se produce cuando algunos miembros de una comunidad no contribuyen con su parte justa a los costes de un recurso compartido.
  • Su falta de contribución hace que el recurso sea económicamente inviable de producir.

Entender el problema del free rider

El problema del free rider es un tema de economía. Se considera un ejemplo de fallo del mercado. Es decir, se trata de una distribución ineficiente de bienes o servicios que se produce cuando se permite a algunos individuos consumir más de lo que les corresponde del recurso compartido o pagar menos de lo que les corresponde de los costes.

El parasitismo impide la producción y el consumo de bienes y servicios mediante los métodos convencionales del mercado libre. Para el free rider, hay pocos incentivos para contribuir a un recurso colectivo, ya que puede disfrutar de sus beneficios aunque no lo haga. Como consecuencia, el productor del recurso no puede ser suficientemente compensado. El recurso compartido debe ser subvencionado de alguna otra manera, o no se creará.

Cuando surge el problema del free rider

El problema del parasitismo como cuestión económica sólo se da en determinadas condiciones:

  • Cuando todo el mundo puede consumir un recurso en cantidades ilimitadas.
  • Cuando nadie puede limitar el consumo de los demás.
  • Cuando alguien tiene que producir y mantener el recurso. Es decir, no se trata de un lago natural, sino de una piscina, y alguien tuvo que encargarse de su construcción y mantenimiento.

Los economistas señalan que ninguna empresa produciría voluntariamente bienes o servicios en estas condiciones. Cuando el problema del free rider se avecina, las empresas se echan atrás. O bien no se proporciona el recurso compartido, o bien un organismo público debe proporcionarlo con fondos de los contribuyentes.

Desde el punto de vista económico, el problema se produce cuando todo el mundo puede consumir un recurso en cantidades ilimitadas, nadie puede limitar el consumo de los demás, pero alguien tiene que producir y mantener el recurso.

En el lado positivo, algunas personas de cada comunidad demostrarán que sienten la responsabilidad de pagar su parte justa. La combinación de un alto sentido de la confianza, la reciprocidad positiva y el sentido del deber colectivo hace que estén dispuestos a pagar su parte justa.

Más allá de la economía

El problema del free rider puede surgir cuando el recurso es compartido por todos y gratuito para todos. Como el aire. Si una comunidad establece normas de contaminación voluntarias que animen a todos los residentes a reducir los combustibles basados en el carbono, muchos responderán positivamente. Pero algunos se negarán a cambiar sus hábitos. Si un número suficiente de personas cumple las normas, la calidad del aire mejorará y todos los residentes se beneficiarán por igual, incluso los que no pagan.

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El problema del free rider

Soluciones al problema del free rider

Las comunidades que se enfrentan a un problema de parasitismo pueden intentar cualquiera de las diversas soluciones.

  • El gobierno aborda el problema recaudando y distribuyendo el dinero de los impuestos para subvencionar los servicios públicos. En teoría, los impuestos son proporcionales a los ingresos, por lo que se puede conseguir un reparto justo de los costes.
  • Las comunidades pueden convertir su recurso público en un recurso privado o de club, cobrando cuotas para asegurarse de que todos los que lo utilizan contribuyen a él.
  • Las comunidades pueden imponer una pequeña cuota a todos. Esto limitará el consumo excesivo y, con el tiempo, puede incluso estimular el comportamiento altruista. Es decir, a muchas personas les puede gustar la idea de hacer una pequeña contribución a un recurso que utilizan.

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