Definición de gasto flexible

Qué es un gasto flexible?

Un gasto flexible es una compra discrecional que puede modificarse o eliminarse sin que suponga un inconveniente importante. Son gastos no esenciales que contrastan con los gastos fijos. Los gastos flexibles deben incluirse en un presupuesto para gestionar las finanzas generales de un individuo. Los economistas suelen utilizar el término gasto discrecional del consumidor para describir los gastos flexibles.

Puntos clave

  • En el ámbito del presupuesto personal, un gasto flexible es un gasto no esencial que puede reducirse o eliminarse.
  • Los gastos flexibles contrastan con los gastos fijos, también conocidos como gastos inflexibles.
  • Incluso los gastos inflexibles pueden contener componentes flexibles, como la elección de sustitutos más asequibles.
  • Para crear un presupuesto y ceñirse a él, es fundamental incluir tanto los gastos fijos como los flexibles.
  • Para anotar tus gastos flexibles, revisa cada mes los extractos de tu tarjeta de crédito y de tu cuenta corriente para ver en qué artículos no esenciales estás gastando dinero.

Comprender un gasto flexible

Cuando los asesores financieros aconsejan a los particulares, les piden habitualmente que calculen sus gastos, separando los que son necesarios y no negociables, como los pagos de la hipoteca y el coche, y los que son flexibles, como los gastos de ocio. Los costes de entretenimiento suelen desglosarse en categorías como la suscripción a la televisión por cable, las descargas de música, las cenas en restaurantes y las vacaciones.

Saber a dónde va el dinero, y separar lo flexible de lo inflexible, puede ayudar a la gente a enfrentarse a un presupuesto que se estira hasta el límite o más allá. Incluso algunos costes aparentemente inflexibles, como los comestibles, pueden incluir componentes flexibles, como los platos precocinados o los cortes de carne más caros. Siempre hay opciones más asequibles para los gastos inflexibles, como comprar un Ford en lugar de un BMW.

El consumidor contemporáneo parece enfrentarse a una extraordinaria gama de bienes y servicios que están disponibles a precios que van desde el descuento hasta el superpremium. Un consumidor puede comprar un bolso de piel por 20 dólares en un almacén o gastar entre 40.000 y 50.000 dólares en un solo bolso Hermes Birkin. Un punto intermedio probablemente funcione para los presupuestos de la mayoría de la gente.

Pero la mayoría de los consumidores toman cada día decisiones que afectan menos a su presupuesto: si comprar una aspirina genérica o de marca; si salir a tomar un café o prepararlo en casa; si apuntarse a un gimnasio o correr por el parque.

La mayoría de los consumidores saben lo que deben hacer si necesitan reducir sus gastos. Pero puede ser útil hacer una lista de todos los gastos flexibles e inflexibles para entender realmente a dónde va el dinero.

Cómo gestionar los gastos flexibles

El primer paso para gestionar los gastos flexibles es descubrir cuáles son. Uno puede revisar los extractos de su cuenta corriente y de su tarjeta de crédito para ver en qué gasta su dinero durante un mes. Pueden dividir las categorías en gastos flexibles e inflexibles y empezar a anotar cuáles son los gastos flexibles. A partir de ahí, pueden hacer un esfuerzo consciente sobre la eliminación de los mismos o el ajuste de los gastos flexibles recurrentes.

Aunque un gasto flexible puede ser recurrente, la cantidad gastada y la decisión de incurrir en el gasto siguen siendo cuestiones de elección. Por ejemplo, si un hogar opta por contratar un servicio de televisión por cable o satélite, el coste se repite mensualmente.

Los gastos pueden reducirse si se opta por un plan con menos canales de primas. El consumidor puede „cortar el cordón” y utilizar un servicio de streaming a la carta, basado en Internet, por un coste mensual inferior al de los paquetes que ofrecen las compañías de satélite y cable. O bien, los verdaderamente conscientes del presupuesto pueden comprar una antena digital barata y ver la televisión gratis.

Incluso el coste de los servicios públicos, como la electricidad, puede considerarse un gasto flexible. Apagar las luces y los electrodomésticos que no se utilizan, usar bombillas menos potentes y tender la ropa en lugar de usar la secadora son formas de reducir el consumo de energía y los gastos del hogar.

Además de los gastos recurrentes, también hay gastos periódicos. Unas vacaciones o una bicicleta nueva serían ejemplos. En estas coyunturas, es importante evaluar su situación financiera. ¿Se necesita una bicicleta nueva o se puede reparar la actual a un coste mucho menor?? ¿Son necesarias estas vacaciones en un país extranjero o sería igual de placentero viajar a algún lugar de la zona y con la mitad del coste?? Ser inteligente con sus gastos puede ayudarle a ahorrar.

Dodaj komentarz