¿Qué es un bien público??
En economía, un bien público se refiere a un producto o servicio que se pone a disposición de todos los miembros de una sociedad. Normalmente, estos servicios son administrados por los gobiernos y pagados colectivamente a través de los impuestos.
Ejemplos de bienes públicos son la aplicación de la ley, la defensa nacional y el estado de derecho. Los bienes públicos también se refieren a bienes más básicos, como el acceso al aire limpio y al agua potable.
Puntos clave
- Los bienes públicos son productos o servicios que benefician a todos los miembros de la sociedad, y que a menudo se proporcionan de forma gratuita a través de los impuestos públicos.
- Los bienes públicos son lo contrario de los bienes privados, que son intrínsecamente escasos y son pagados por separado por los individuos.
- Las sociedades no se ponen de acuerdo sobre qué bienes deben considerarse públicos; estas diferencias suelen reflejarse en las prioridades de gasto de los gobiernos nacionales.
Cómo funcionan los bienes públicos
Los dos criterios principales que distinguen a un bien público son que debe ser no rival y no excluible. No rivalizar significa que el bien no disminuye su oferta a medida que más personas lo consumen; no excluir significa que el bien está disponible para todos los ciudadanos.
Una cuestión importante relacionada con los bienes públicos es el problema del parasitismo. Dado que los bienes públicos se ponen a disposición de todas las personas -independientemente de que cada una de ellas pague por ellos-, es posible que algunos miembros de la sociedad utilicen el bien a pesar de negarse a pagarlo. Las personas que no pagan impuestos, por ejemplo, se aprovechan de los ingresos de los que sí los pagan, al igual que los que saltan los torniquetes del metro.
Lo contrario de un bien público es un bien privado, que es excluible y rivalizable. Estos bienes sólo pueden ser utilizados por una persona a la vez; por ejemplo, un anillo de boda. En algunos casos, pueden incluso destruirse en el acto de usarlos, como cuando se come una porción de pizza. Los bienes privados suelen costar dinero, y esta cantidad paga su uso privado. La mayoría de los bienes y servicios que consumimos o utilizamos en nuestra vida cotidiana son bienes privados. Aunque no están sujetos al problema del parasitismo, tampoco están disponibles para todos, ya que no todos pueden permitirse comprarlos.
En algunos casos, los bienes públicos no son totalmente no rivales y no excluibles. Por ejemplo, la oficina de correos puede considerarse un bien público, ya que es utilizada por una gran parte de la población y está financiada por los contribuyentes. Sin embargo, a diferencia del aire que respiramos, el uso de la oficina de correos requiere algunos costes nominales, como el pago del franqueo. Del mismo modo, algunos bienes se califican de „cuasi-públicos” porque, aunque se ponen a disposición de todos, su valor puede disminuir a medida que más personas los utilizan. Por ejemplo, el sistema de carreteras de un país puede estar a disposición de todos sus ciudadanos, pero el valor de esas carreteras disminuye cuando se congestionan en hora punta.
Ejemplo de bienes públicos
Cada país tomará decisiones diferentes sobre qué bienes y servicios deben considerarse bienes públicos, y esto suele reflejarse en sus presupuestos nacionales. Por ejemplo, muchos sostienen que la defensa nacional es un bien público importante porque la seguridad de la nación beneficia a todos sus ciudadanos. Para ello, muchos países invierten fuertemente en sus ejércitos, financiando el mantenimiento del ejército, la compra de armas y la investigación y el desarrollo (I+D)&D) a través de los impuestos públicos. En Estados Unidos, por ejemplo, el gasto total del Departamento de Defensa (DOD) fue de casi 700.000 millones de dólares en 2019.
Algunos países también consideran los servicios sociales -como la sanidad y la educación pública- como un tipo de bien público. Por ejemplo, algunos países, como Canadá, México, el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Israel y China, ofrecen a sus ciudadanos asistencia sanitaria financiada por los contribuyentes. Del mismo modo, las inversiones gubernamentales en educación pública han crecido enormemente en las últimas décadas. Según estimaciones de Our World in Data, la proporción de la población mundial que se ha beneficiado de la educación formal creció de aproximadamente el 50% a más del 80% entre 1950 y 2010.
Los defensores de este tipo de gasto gubernamental en bienes públicos argumentan que sus beneficios económicos y sociales superan con creces sus costes, señalando resultados como la mejora de la participación de la mano de obra, las industrias nacionales más cualificadas y la reducción de las tasas de pobreza a medio y largo plazo. Los críticos de este tipo de gasto argumentan que puede suponer una carga para los contribuyentes y que los bienes en cuestión pueden ser suministrados de forma más eficiente a través del sector privado.